"Muchachos, maten a Borges."

Ni el Vicente Fox sabía quién era Borges, se refirió a él -en un congreso de la lengua española- llamándolo José Luis Borgues. ¿Por qué es poca la perrada que lo colorea? Porque era un escritor que escribía pa los escritores (¡y vaya la rebuznancia, men!). Un esteta dificultoso de leer, que atestaba su literatura con frases cultas y eruditas, un creador de la posmodernidad que les ganaba el tirón a aquellos que, precisamente, trataban de definir la posmodernidad, según advierte Jacques Derrida: "Borges hace cosquillas, pero en el cerebro." Y ¿qué decía el panzón de Alfonso Reyes acerca de Borges? Que don Jorge figuraba como el mejor ensayista occidental de su momento, pero, en cambio, era un hacedor de versos torpes y su poesía poco musical (en otras palabras: valía madre como poeta). El pedo estribaba en que no lo aceptaban en el campo de la lírica. Escribe Juan Domingo Argüelles que Julio Cortázar cuenta que Witold Gombrowicz, en 1963, al momento que este último hace efectivo su exilio argentino, al pisar la escalerilla de la ballena voladora que lo arrojará a Europa, les aventó a sus discípulos, que lo despedían en el aeropuerto, esta provocación borgiana: "Muchachos, maten a Borges." Para los chamacos concretar tal mandato equivalía a un parricidio. Pero, para tirria de Gombrowicz, Borges continua vivo después de muerto.

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