UN CHERRIBUM DEBAJO DE LAS TRUSAS

UN CHERRIBUM DEBAJO DE LAS TRUSAS Este incidente, experiencia, vivencia o pedazo de historia mía que les voy a narrar fue como un cherribum que me estalló debajo de las trusas; el tronido resonó hasta en el tuétano del placebo lujurioso. Todo empezó a partir de la mordida que le di al pastel de chocolate esa noche que cumplía dos lustros de funcionalidad fatal y volitiva. Imbuido en mi nerviosismo y sin poder equilibrar la contingencia de la timidez, subí por las escaleras tejidas con vellos púbicos recién brotados; era una alfombra donde estaba recostado el orgasmo en estado embrionario que los adolescentes ignoran que existe. El siguiente paso fue darle rienda suelta al burro de verborrea cursi y amorosa y dejar retorcerle el pescuezo a las gallinas sin hacer ruido. Es yo soy un crédulo de mis incredulidades. Por un momento pensé que viajaba encima del estéril cuero cabelludo de un calvo, pero, no. Era una montaña de nalgas que se movían como jorobas de dromedarios sedientos. No fui educado para dialogar con es manto de cuero perfumado al que le salía un clítoris en forma de culebra enana que sonreía, asomando la cabeza desde orificio con bigote circular. Pero qué tan difícil puede ser el asunto; se trata únicamente de despabilar la lengua y soltar chorros de palabras que el cerebro ha reclutado.

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