Fingidoras de orgasmos estéticos

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Enchaquetados en la quietud narcisista, en la sublimación de las frustraciones neuróticas y las apasionadas abstracciones, fermentadas en su alucinado mundo clasemediero y de anemia intelectual, parvadas de acholes —mamertos pomposos, charlatanes del verbo, paridoras de patrañas, fingidoras de orgasmos estéticos, maestras de la doble marometa, pendejos optimistas, cagadores de incongruencias, mezquinos poetatros, acaparadores de premios, seudoliteratos de cerebros resecos, farsantes de la artisteada, drenadores de caridad pública, adictos a la güevonería, poetas de fibracel e ideólogos de plastilina— intentan transformarse en personajes suprasensibles y masturbadores de una cultura falsa, pero a la manera de San Luis que, según se cuenta en el libro del monje Eustaquio, cuando oía que un hombre soltaba estrepitosos pedos, entonces San Luis comenzaba a llorar y sólo conseguía calmarse rezando.

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