
No hay cosa más guaja y verecunda que ver a una gorda tiracantos escribiendo poesía erótica.

Siempre hay una gorda en la vida de cualquier hombre.

Las gorditas —en la secu y en la prepa— siempre estaban al tiro para hacerle a uno las tareas; y es que se apuntan solitas las chonchas... La bronca era cuando le caían seguido al cantón; se me armaba con mi jefa, pues las gordis —en un parpadeón— le partían la madre a las sillas del comedor y vencían los resortes de los sillones. Mi jefa comenzaba a cascabelear cuando veía cómo quedaban sus muebles

Me chocan las gordas que no son bonitas; y más, cuando le hacen a la poetiada, dizque escribiendo poesía erótica.