REYNA BURLADERA


REYNA BURLADERA

—Dime lo que deseas, preciosa.
—Este... este... desde hace tiempo vive en mi alma el anhelo de obtener en premio de literatura.
—¡Jesús! Creí que me ibas a pedir un favor muy difícil de cumplir.
Veo que traes buena recomendación; y me la sueltan de sopetón: «Mi sobrina es una botarate, pero quiere ser poeta. Asístala con premio muy mono. Ha tomado el nombre de Reyna Burladera como seudónimo. Ya le di mis palabras al señor director, sólo me falta usted y los demás integrantes del jurado. Por favor páseles la presente misiva.
Posdata: no me desairen y empeñado tengo hacia ustedes mi leal compromiso de llevarlos a más altura». Atentamente. El diputado nominal por el Distrito de la Tía Juana.

—Y, a todo esto, ¿cómo se llama tu obra?
El coyote que renguea de una pata.
—¿Y porqué concursas?
—Oooohhhh, hasta la pregunta está de más. ¿Cómo que porqué?
—Por la avidez del prestigio.
—Toda poesía es petición y reproche —le dijo Celan a Heidegger.

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