publicistas del parpajo espectacular

Para hacer alucinar a profanos, según dicen ellos, y algunos de sus compinches, que son promotores (y, además, culturales), pero yo digo que son publicistas del parpajo espectacular y de la defección artistoide. ¿Y quién les envió ese soplo de exquisita sensibilidad prefabricada? Cuando no hay silencio, toda respuesta de su parte queda a merced de la irracionalidad o se reduce a un «chinga tu madre».
Y los verdaderos promotores ¿qué arguyen al respecto?; ¿quién de ellos respinga ante esa inculta desvergüenza que los rebaja al mismo rasero de los falsos? Bueno, algunos alegarán que no es un problema de personas sino conceptual. Y juntos seguirán compartiendo cartel en los intríngulis de una cultura, que no es más que una etiqueta y lujo intelectualoide.

—Pues… sí. ¿A quién le importan esas futilezas experimentales? Si al final el azar y la lógica se enredan y dan fundamento a un contexto de liderazgo cultural que no es otra cosa que una ignorancia zafia.

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