COMO SI LA PRESENCIA DE LA POLÍTICA IMPIDIERA LA INSPIRACIÓN POÉTICA


COMO SI LA PRESENCIA DE LA POLÍTICA IMPIDIERA LA INSPIRACIÓN POÉTICA 

Tocante a los artistas de la palabra —escrita y demagógicamente cuchupletera— y que sólo pisan la superficie de la literatura, cuando en ellos se requiere un planteamiento crítico de especificidad, su libertad de expresión y creación estéticas se restringen a los márgenes más limitados del mensaje babélico (encriptamiento, neutralidad, simbología y abstraccionismo excesivos). Por ello recurren a ambiguas y evasivas interpretaciones, creyendo que así se desprenden de todos sus prejuicios, estigmas y contradicciones.

—Como si la sola presencia de la política les impidiera la inspiración poética.

El quehacer literario es una tarea eminentemente cuestionadora, denunciadora, crítica y es, por ende, moral, es decir, política y estética. Pero el servicio que prestan a la patria de las letras exige a los literatos que se alejen de la política y que hilen lo más delgado que puedan, cuando de asuntos escabrosos se trate. Negar la infiltración de las cuestiones políticas significa negar la existencia de la lucha de clases.

—Que se ocupen los políticos y demás grilleros de las chocantes divergencias, pues… qué caray, los poetas están únicamente para las musas.

Según ellos, la poesía, la literatura y las bellas artes están por encima de todo interés clasista o conflicto de clase. Como si en el terreno del arte y la cultura, tanto en contenido y formas de expresión, no se desarrollara una intensa lucha ideológica y política. La cultura y sus expresiones artísticas, por estar inmersas en el proceso social, político y económico, no pueden desligarse de las características, factores y condiciones que les son propias e inherentes. Desde que la burguesía llega al poder, el arte se vuelve algo político y no se realiza de acuerdo con las necesidades reales —históricas— del pueblo, sino de conformidad con los intereses de la oligarquía, sintomática reafirmación del casticismo pequeñoburgués que se heredará de generación en generación. 

—O sea, se afila la malicia del modo en que se ata el palo seco al tierno arbolito para que no crezca chueco.

Y, mientras que los señorones prebendados no irriten ni crispen los nervios, todo está bien chévere en las pías fundaciones de los privilegios y en el protectorado de las letras. 

Ergo, su plan de vida como literatos orgánicos tiene como respaldo una cultura pequeñoburguesa de supuesta neutralidad política, es decir, la cuestión estética se considera como la fuente de su genuino apoliticismo. Derrotados por la consunción (pasividad que es abulia o rebeldía reprimida) y, habiendo perdido ya el último velo de decencia, no cejan de pronunciarse por un arte y una literatura neutros, apolíticos, ajenos al partidismo y a la militancia. Con su libre ejercicio de espíritu (que, en realidad, es un aprisionamiento) están contribuyendo a perpetuar la misma servidumbre de antaño; y sólo les queda mirar al mundo con ojos de cosecheros. Todo sea por la caza de las prebendas y relaciones ventajosas.

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