Trujillo Muñoz y los hermanitos Sarabianos
Miren qué afinidad de sacristía literaria ante el derretido calor del compadrazgo que les escurre por todos los poros, Trujillo Muñoz y los hermanitos Sarabianos, entre otros miembrillos y agnados de los organismos cultureros; y a quienes no se les doblan los ánimos para dejarse trastear las nalgas por su recíproca amistad (como el amor idealizado entre Dido y Eneas, o las apostrofadas concupiscencias mayatiles de Nerón y Esporo), muy útiles para taimar cohecho y prevaricato entre literatos y hombres de gobierno.
Cortados con las mismas tijeras están estos pelafustanes interpuestos a la zalamería vocinglera y que por encargo oficial cifran el mundo novelero y las milagrerías poéticas por unos cuantos varos y pingajos de vanidad Todo se incluye en la cachaza de los deseos meritorios para los recomendados, literatos que conforman la reducida mafia culturera vinculada a las directrices del oficialismo y que chupa incesantemente del bote presupuestívoro como sanguijuelas gigantes.