Don Francisco Raúl “Acedo” Savín y la ley capuchineadora del troquel literario.




REGÜELDOS TERTULEROS

DE SÁBADO GIGANTE A LAS HORAS DE JUNIO
[O LA LEY CAPUCHINEADORA DE LOS PREMIOS LITERARIOS]

    Respecto a la forma en que la mafia culturera —vinculada a las directrices del oficialismo— cachirulea los premios literarios, el Charcomen escribió en su blog (elcharkito.blogspot.com) un articulejo titulado «PEGAJOSO FAVORITISMO Y FINGIDA IMPARCIALIDAD [EN LOS PREMIOS ESTATALES DE LITERATURA]», refiriéndose al redomado maquiavelismo que existe entre los «dadores» y «recibidores» de tales preseas letrísticas, argumentando que para mantenerse siempre en la nómina de los apalabres, el procedimiento de resolución es tan sencillo como una incubación rotativa y de espiral burocrática en la dirección de sus «cuadros» beneficiados. O sea, como queriendo seguir un modelo gongorino, ridículamente usando nombres como «Psiquis», «Adonis», entran a concurso —por ejemplo— el Raúl Acevedo Savín y el Pancho Morales; y mientras por el extremo donde se coloca la campanilla están, listos para jalar el mecate del badajo, la Eve Gil y el Gabriel Trujillo. Luego los papeles se invierten, a éstos les toca concursar y a aquellos sonar la venia de la campanita, y así sucesivamente hasta llegar a una aburrida reiteración de premios, jueces y premiados.

—Y así terminan los  batillos  y  las  rucas; revueltos todos en viejas y nuevas camarillas donde ya no se sabe quiénes son los léperos y los hombres de talento.    
  
 Cualquiera sabe cómo se precisa el “apoyo” o la parola hacia los protegidos y recomendados, es decir, la complicidad de capilla, simplemente se les pide a la terna de los «dadores» en turno la dejadez de su responsabilidad moral en aras del cuatachismo mierdero el prevaricato y la arbitrariedad.

—Así cómo, pues. 
 
—Uuuuuh, y se hizo la luz y el dicharazo del Charcomen se cumplió como si fuera una premonición.

—¡Adió! ¿Porqué, tú?

—Pues, porque le dieron hace poco rato un premio de poesía al acosador  sexual  «Don Francisco» Raúl  “Acedo” Savín por un versiado libraco que metió a concurso con todas la de la ley capuchineadora del troquel literario.

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