Como en el fascismo, aquí la verdad no tiene tiempo ni lugar.




En las patéticas exageraciones hay una intencionalidad solapada que poco o nada tiene que ver con la verdad sino con las condiciones intelectualmente míseras del neotomismo libresco —o sea, maromas mentales adornadas con pedanterías academicistas— que sirve de gran utilidad a las insignificancias literarias de malhadados literatuelos. Como en el fascismo, aquí la verdad no tiene tiempo ni lugar.

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