Bajo la máscara de la asistencia fraternal proclaman
objetivos como si tuvieran fuerza mágica y esperan, llenos de ingenuidad o
disimulo, un efecto positivo. Y todo en pro de la democracia cultural. Por tal
razón, no tienen el derecho de llamarse promotores culturales. El nombre
correcto para ellos sería el de propagadores de una cultura plutocrática,
monocentrista y hegemónica. Si realmente ayudaran a la perrada bajuna a romper
con el aislamiento en que se encuentra, estarían condenados a ser sus propios
sepultureros.
«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales
Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...

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