La palabra nicotina tiene su origen en el galicismo
nocotine, derivado éste del apellido del diplomático francés J. Nicot de
Villamain (1530-1600), embajador de Francia en Lisboa, Portugal, quien envió
por primera vez tabaco a su país en 1560. Pues bien, sacando a colación lo
anterior, el día nicle de octubre de 2003 la revista Siempre! publicó un
articulejo que lleva por título Nicotina, una de las ocho. Se trata de la muvi
dirigida por Hugo Rodríguez y producida por Altavista Films. "¿Porqué el
nombre de Nicotina?”, pregunta el gacetillero encargado de la nota farandulera.
Y enseguida alguien de los representantes de la producción le contesta:
"hay varias versiones", agregando que "el título original era
algo así como Cigarros, desamores y veinte diamantes." Pero fue descartado
porque "hay muy pocas marquesinas en los cines mexicanos que puedan
colocar un título tan largo." Por tal motivo "Altavista Films
decidió, junto con un equipo de publicistas, buscar un nombre mucho más
agresivo y contundente." Y dicen los batillos que "Nicotina es, sin
duda, un título mucho más sencillo de recordar y, por supuesto, cabe en todos
los letreros de las salas cinematograficas." (Mejor dicho, son los
letreros los que caben ahí). Ahora tripeen, lectores y lectoras, cómo los
chichos de la peli le sueltan al reportero, autor de la nota, el siguiente
manojo de patrañas imbéciles, que dicho men reproduce así: "La otra razón
que escuchamos de boca de las productoras de la cinta es que la nicotina es la
parte más negra y más oscura del cigarro" (mentira, es incolora y pasa
después de amarillo a pardo). "La parte que más daño causa y la que todos
evaden decir." Mentira, si a esas vamos; la parte del tabiro que más
chinga al chacuaco (y que por cierto no es parte sino alcaloide oleaginoso) es
simple y llanamente el humo que aspira el baisador y que puede, por lo bajito,
llegar a madrearle los pulmones.
«Todo lo que escribo está cargado de dinamita. Mientras tenga fuerza y entusiasmo cargaré mis palabras con dinamita. Sé que mis verdaderos enemigos, los tímidos y los arrastrados, no se enfrentarán a mí en un combate justo. Sé que la única forma de entrar en contacto con ellos es alcanzarlos desde dentro, por el escroto, tiene uno que subir por dentro y retorcer sus sagradas entrañas» Henry Miller
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