Él es un idealista
—Él es un idealista. No tiene ambiciones. Mire, usted, ni siquiera tenemos casa propia, ni una cuenta de ahorros en el banco. Figúrese qué pasaría si alguno se llegara a enfermar. Escribe y escribe, a cualquier hora, de día y de noche. Así se la pasa, sin darme ninguna atención. Me apena decírselo, pero ya ni siquiera me toca. Desde hace mucho tiempo que no tenemos intimidad.
—Es un idealista, no se interesa por nada material, no le preocupan los problemas de dinero.