INEPTOS MALINTENCIONADOS



INEPTOS MALINTENCIONADOS
     Está demostrado —en innumerables situaciones— que con la incompetencia y la ineptitud bastan para darse la yuca. Por ende, que no se tenga el mínimo sentido de lo que es cumplir una función pública es algo que se tiene sin cuidado, dada la ambigüedad de las proposiciones blandengues que muestran nuestros representantes gubernamentales. Y un «perfil activo de candidato apto para ocupar un cargo público, también podría ser entendido en la persona del titular, a algo así como gozar de la suculenta chuleta presupuestal, hacer trácalas, soportar acusaciones de gacetilleros muertos-de-hambre y dejar una estela de rapacerías.
     
—O, díganme, ¿de qué otra manera puede explicarse que pelafustanes y pelafustanas —charlatanes, corruptos, ignorantes, ineptos o malintencionados, según sea el caso—  hagan de las suyas en el arte de la polaca y los asuntos de gobierno? 

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