28 de agosto de 2012

pedagogos de la moral y las buenas costumbres

Siguiendo a Gramsci, cabe decir que la «tranquilidad interna», o sea, «el grado y la intensidad de la función hegemónica de la clase dirigente», se ha convertido en un bramido de miedo, cólera e impotencia. Después de unos tantos centenares de cadáveres triturados, hasta ahora el carnicero se ha dado cuenta que el molino de carne que manipulaba es una máquina infernal que escupe plomo y corta cabezas. Los victimarios ahora se dicen víctimas y oficialmente se han puesto al servicio de la lucha contra la peste que días antes ayudaran a difundir entre cuchareros, pillos y socuchos de la última broza; y no les extrañe que además manifiesten responsabilidad ciudadana como buenos pedagogos de la moral y las buenas costumbres, cuando en un pasado no muy mediato aleteaban la leperada, el sahumerio con olor a mota y hasta estornudaban por el trasero.

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Tijuana es el culo de San Diego, es uno de los tantos retretes, tafanarios y bacinicas que tiene California. Dónde todo mundo se cree poeta ...