Para una conciencia ingenua y sin contenido teorético, cuando no hay referencias histórico-culturales de las cuales asirse, un disparatario de sandeces puede ser una certeza de verdad objetiva si se recurre a una casuística de falacias, resuelta por vía del descaro demagógico y que hace delirar a más de una docena de melolengos que se atienen a la vaga indicación de que en la Baja California, y específicamente en Tijuana, existe un «bum» artístico y cultural de vanguardia.
Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales
Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporciona sus instrumentos teóricos y recursos retóricos para un mejor proveer, sin causa de resquemor, diatriba o reproche; sin anatema despreciativo o rebeldía desbocada. Pues, una vez timado, acomodado, apapachado, aleccionado, escindido de sus convicciones, cau terizado en su radicalismo y reconciliado con el «estatuskú», el men, como buen hijo de la perezosa ciudad, adopta entonces un airecito de unción y bobería como el que refleja un ángel de retablo. Y la murmuración no es infundada, pues como joyita del muestrario es el nicho que le fue reservado al Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales.