27 de agosto de 2012

las motivaciones de las llamadas «capas cultas»



Los  culturosos nos ponen al tanto que su misión culturera estriba en ofertar el  muy  sobado  «desarrollo humano» a través de los «eventos artísticos» que organizan en  «pequeños centros culturales»  (también enominados «peñitas», «espacios»   u «elefantes  blancos», o  como se  les  quiera  decir); y aunque ladinamente nos dicen quiénes son los  destinatarios, es de suponer que sus  mengambreas (conciertitos, lecturas, recitales y  otras  mamaditas) se ofrecen  para el gusto de la gente “culta” y “refinada”, y no para el individuo mundano y macuarro del pueblo llano (taquero, mecánico, maquilera, taxista, tameme, macegual o meyeque); y  que no tiene interés en cultivarse y  le apasiona  el chisme, la parlada callejera, la telecomedia, el futbol, etcétera (lo cual también forma parte del desarrollo humano).

    Por tanto, cuando las  rucas  y  batillos culturosos aluden al concepto de «desarrollo humano», por  supuesto que se refieren a la tradición de casta, es decir, intelectual, abstracta y libresca, acorde con las motivaciones de las llamadas «capas cultas» y sin difusión para la «masa inculta» de los estratos bajunos y vulgares.  

    Es cierto, «desarrollo humano» es lo que estos   fulanetes y  fulanetas «ofertan», pero bajo los postulados de la aristocracia culturera, elitista y clasemediera; necia diligencia del colorido engaño pequeñoburgués y del circunloquio preciosista. El esquema dual elite-masa es una forma de falsedad democrática en favor de individuos cínicos egoístas y corrompidos. Y mediante el estilo de «desarrollo humano» se reacciona contra la pustulencia del populacho.

—O  sea  que  para la chinchina: ¿nafin?
 Así es.  Nafin yet...

    Queliace, porque —como apuntala el máster Carlos López Dzur en uno de sus poemas— 

«Lo bueno de estos seres uniformes 
 (el hombre de la calle, el obrero promedio, 
 el fulano de tal, el tío, joder, 
que es un buenazo) 
es que habitan en su esfera, 
 su circo muy fraterno 
compuesto de familia y vecindario. 
¡Y no se meten contigo! pero, más vale
que estés lejos, quieto, opaco, callado»

                                     [El sospechoso nato].

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