«Breve diccionario de tijuanismos»
como engendro del «Diccionario de caló en
la frontera norte de
México».
ENTREVISTA A
EKTOR HENRIQUE MARTÍNEZ, EL CHARKOMEN
1. ¿Cómo surge la
idea del diccionario de tijuanismos?
R:
Bueno, primeramente la cosa
fue así: yo tenía
la edad de 18 años y cursaba el
segundo semestre en la
escuela de leyes
en la UABC; entonces, dentro de lo
que respecta a
la materia de
derecho penal se me prendió
la chompeta de hacer un glosario breve
de terminología delincuencial; es decir,
que me puse a recopilar empíricamente los voquibles referentes a la
jerga que utilizan los malandros, los lúmpenes y
los pelangochos involucrados en
el submundo del hampa y la
trácala, específicamente dentro del ámbito contextual fronterizo. El proyecto
que iba armando
rebasó mis expectativas y el
resultado del trabajo de pepenar
lunfardos tijuanacos acabó en un
mamotreto de casi dos mil páginas, y el
cual intitulé «Diccionario de caló en
la frontera norte de
México». Por tanto, el «Breve diccionario de tijuanismos»,
que publiqué en —no recuerdo si fue en
2006 o 2007— viene a ser como
engendro del «Diccionario de caló
en la frontera
norte de México»; o sea, un pequeño muestrario.
2.- ¿Cuánto tiempo
te llevó hacerlo y qué fuentes utilizaste? Entiendo que sobretodo orales,
aunque también veo que citas periódicos regionales.
R: Utilicé fuentes
hemerográficas, bibliográficas y orales. Se sustenta más que nada en la
evidencia empírica para encontrar el verdadero sentido de las palabras. Citando
textualmente lo que refiere la contraportada de ese breve diccionario de tijuanismos —y que
forma parte de un trabajo lexicográfico-lingüístico más amplio y realizado a lo
largo de veintitantos años— registra las voces más usuales y elementales de la
parla informal de la región fronteriza
del norte de México denominada Tijuana y que se diseminan por interacción
sociolingüística hacia regiones circunvecinas. Las palabras registradas contienen
definiciones, variantes ortográficas, analogías por deformación, etimologías y
ejemplos comparados. Es el resultado de una investigación empírico-teórica
mediante la cual su autor ha recopilado los conceptos hoy en uso que integran
las diversas jergas particulares del caló o slang
fronterizo (burra, gotera, jaipo, tango), términos espanglés (guaifa, guaino,
guara, clinear), códigos gramaticales derivados de abreviaturas (pipope, erre,
rb), onomatopeyas (kikirikí, guacaramácara, éitale) y palíndromos (diofun,
tápuer, rope, topu), así como palabras de origen náhuatl (tecolota, tlacote),
cahita (bichi, cachorón, güico) y purépecha (gingirín). Lexiconcito que es una
muestra telúrica de la manera en que
evoluciona el lenguaje y, por antonomasia, el proceso de comunicación entre los
seres sociales.
¿Es el primer
documento lexicográfico que se ocupa del slang tijuanero o ya había ejercicios
similares?
R: Como
dice una feminista chespiriana: pa que te digo que no, si sí (o mejor dicho, al revés). A principios
de los años ochenta, cuando yo comcencé mi faena lexicográfica, no había ni nada. Solamente, y como especie
de glosario, existía el incipiente trabajo
del doctor Manuel Valenzuela Arce, alias «el cholólogo», y quien en ese entonces
apenas empezaba su talacha con el
broli «A la brava, ese» (por cierto, e
bato y yo compartimos
información). Pero el doc
Valenzuela nunca llegó a
consumar un jale propiamente
lexicográfico (el bato, después que
se extinguieron los cholos
y los punks, se dedico a
escribir mamadas del
Piporro y chalineces de la
narco-cultura. En ese tiempo, también
guache otros diccionarios
maquilados por autores
chicanos y gringos; pero no
me llenaron el ojo, no pasaban de ser refritos
académicos sin consistencia,
metodología rigurosa y experiencias de
campo empírico. Pura basura la
mayor parte. Pero el que si
me llamó
la atención fue el «Diccionario
de caló
de Ciudad Juárez», ese
sí era un
trabajo perrón (no recuerdo el
nombre de su autor, pero
se trataba de
otro académico ostión que
camellaba desde su gabinetillo abstracto).
3.- El lenguaje no
se detiene. ¿Hay planes de continuar con una segunda edición del diccionario?
R: Sí, y como petición de principio, como bien lo dices: el lenguaje no
se detiene, es algo vivo, dinámico; en cuanto hay un guataclán
más de vocabulario que merece la pena rescatar. Pero eso a mí ya
no me interesa y, a estas
alturas, es algo que me
tiene sin cuidado. Duré más de un cuarto de
siglo trabajando en ese armatoste lingüístico y me chuté alrededor
—no exagero— más de veinte
mil dólares en gastos operativos. Firula que yo
mismo me auspicié como
fruto de mi
trabajo abogadil. Fue un
trabajo exhaustivo de
recopilación de campo
(meterme a los
picaderos, yongos y recintos clochard,
en grado tal que tuve que
ponerme de novio con
una chola durante
tres años, hacerme jomless, otros tres, consumir alcohol y enervantes en
cantidades industriales, rondar por
prisiones, dormir en carros
viejos o debajo de los
puentes de la
canalización del rio Tijuana). Después procedí a redactar todo el
material en documento word, de esto
más o menos me llevó un
año, luego dedicarle tiempo a la investigación académica de
análisis filológico, etimológico,
sintáctico, prosódico, etcétera. Hacer
sinonimia y dar ejemplos
comparados en el lenguaje
popular de la oralidad callejera, transcribir citas y demás mengambreas. En sí, fue un pedote mundial
(aunque, al mismo tiempo de que fue un pasaje de
vida tétrica, también fue un acto
de libertad, purificador, de
gozosa catarsis). No fueron
mamaditas de cubículo de
académico ostión eso
que hice; yo me metí hasta
el fondo mismo del pantano; y fue difícil
salir de ese fangal. Con decirte que, hoy, apenas estoy
recomponiendo mi vida. Como
agregado, hay un poema en mi sitio güeb [http://elcharkito-poesis.blogspot.mx/],
que se
titula «La noche es un
cielo con gafas», en el
que narro parte de
esta experiencia vivida en el
subsuelo norfronterizo [http://elcharkito-poesis.blogspot.mx/2006/09/la-noche-es-un-cielo-con-gafas.html/].
LA
NOCHE ES UN CIELO CON GAFAS
Algunos detalles inscritos en mis
lagunas mentales
apenas nadan unos cuantos recuerdos
cuatro meses sin ver la telera
quemé mi pasaporte
forjé un zepelín con mis viejos
diplomas
que obtuve por aprovechamiento
escolar
eyaculé esperma de veladora en la
boca de unja virgen
cuando ella le rezaba al Dios de los
cojones
participé en misas satánicas y leí la
biblia negra
fornicaba con una vagina portátil y
sin pelos
(un pedazo de bofe con orificio)
le partí la madre a mi ranfla para
andar a pie
para ventear el olor a pacuso de las
calafias y taxis
me enamoré de una vagabunda perfumada
con orines añejos y semen rancio
acampé veintitantas semanas en la
calle
vestido con un abrigo de cartón.
y sucedió que una noche soñé que yo
era yo
foto de carne y no de papel
con los mismos calcetines y calzones
¡qué libertad!
me di cuenta que la noche es un cielo
con gafas
que agoniza al despertar el Sol
docudrama de gente feliz
especie en extinción
y lo más excitante fue para un
desarraigado
provocarle asco a las mujeres.
en contrapartida se paga con
carcajadas
mis compas los jomles
ellos tienen musas que son moscas
a ellos les dedico este antipoema
para estar en sus catacumbas urbanas
plenitud de suciedad y libertad
embriagadora
sin sus consejos yo no pasaría por
aquí •
Éktor
Henrique Martínez
4. Personalmente
qué palabras son las que más te gustan y por qué.
R: Todas, porque
ante el lenguaje estandarizado e
instucionalemente “correcto”, más me
laika el caló, antiguamente
conocido como el lenguaje de los gitanos (y también llamado germanía, lunfardo,
argot, slang), por que es imaginativo,
alegre, punzante, escatológico y porque siempre está
en constante renovación; toda
vez que no es un habla moderna sino una jerigonza
bárbara nacida desde antaño en los estratos sociales miserables. Hoy en día
ese caliche es conocido como el dialecto
de los chulos, rufianes y prostitutas, y cohabita con el lenguaje
"decente", lo vuelve pícaro, contestatario y antisocial. En especial,
la expresión calichera que más me pasa
y que suelo usar, después de
«¡vete a la verga»,
es «¡chinga tu madre!» Nadie debería sentirse ofendido al
recibir una mentada de madre, pero, no obstante, hasta los huérfanos se enojan
con tal imprecación. Y es que las
palabras no significan nada herético o inmoral, pero la estúpida tradición
—beateril, mojigata y prejuiciosa— las ha estigmatizado encasillándolas como
voces malsonantes, en palabrotas, retahila de groserías, peladeces,
leperadas. Con el caló se refleja la
rudeza del lenguaje, se muestra la ignorancia del insolentillo que quiere
encubrir su incultura, se manifiesta la conducta antisocial del rencor, del
rechazo y de la miseria humana. En esa jerigonza no sólo se externa la
inconformidad sino que también se revelan el saber popular, los usos y las
costumbres de un pueblo dotado con un bagaje de refranes, albures, modismos,
neologismos, construcciones y deconstrucciones morfológicas y sintácticas. Asimismo, representa la búsqueda de una forma de
comunicación e identidad.
5.- Parece que para unos el lenguaje de la
frontera es una ventaja (ya sabes, mamadas como el verbo beyondear, del Rafa
Saavedra) pero para otros, una desventaja. Al menos para los puristas del lenguaje.
¿Es necesario un balance en todo esto o es justificable escribir como se habla
en la región?
R: Como
tú lo has
dicho, esa son puras mamadas, trinos de pájaros nalgones. Lo
importante es escribir sobre el origen y por ende, el sentido de las palabras,
para comprender la razón de sus modificaciones su
contexto espacial y temporal. Nuestro caló es una variedad lingüística del idioma
español, un subtipo de expresión idiomática que se ha venido configurando y
evolucionando a partir de innovaciones y alteraciones léxicas del lenguaje
formal. Su dominio o manejo es distinto según sean los niveles de cultura,
educación o estratificación socioeconómica de sus hablantes. El caliche es
verba brava del habla popular, se constituye de expresiones ausentes de toda
formalidad donde se advierte la corrupción del lenguaje. Digamos que caló es
lenguaje vulgar y distorsionado, pero sabroso, chusco y divertido. Sus voces
son ambivalentes porque, según la euforia o la pasión de los parlantes, puede
representar insultos o halagos. Acritud y crudeza el lenguaje siempre ha
tenido. Si no se habla pelangochamente el entusiasmo se entibia. Qué importa
que digan que hablar en caló sea más feo que tirarse un pedo en misa. Pero el
que sabe caló y no lo parla es como el que no se tira un pedo por miedo a
cagarse. El caló, slang, lengua vulgar, especie de jerga y de dialecto,
patrimonio lingüístico de la perrada, es la verdadera creación del lenguaje,
6.- ¿Qué valor
consideras que tiene el diccionario para la región o incluso para el castellano
o pochoñol?
R: Es, como ya
dije, primordialmente un trabajo
de campo, es decir,
empírico, aterrizado en la realidad
concreta de este muladar
fronterizo, y además
sistemáticamente documentado (ya que
cuenta con una metodología bien definida); y que representa las derivaciones
—deformaciones e innovaciones— que han tenido palabras del
idioma español e inglés, además de otras
o lenguas o dialectos como el náhuatl y
el cahíta, que al mezclarse han dado
como resultado una particular forma de comunicarse. Esas degeneraciones
lingüísticas al ser consideradas representan muchos de los rasgos
socioculturales de la región; es un buen punto de partida para realizar
novedosas investigaciones que rescaten el lenguaje marginal, todavía no contaminado por el
veneno parafernálico y
oportunista de los «mass-media». Ahora, siendo
más extensivo sobre este asunto, no precisamente en cuanto al
lexiconcito referido, sino —por
antonomasia— a la cuestión del
lenguaje caliche o caló, para
ello cito textualmente lo que refiere en tal sentido don Mario Teruggi en
«Panorama del lunfardo». Pues bien, esta jerigonza, igual que el
lunfardo, tiene su origen en un desafío espontáneo a la cultura
dominante, y comparte con los otros argots, mediante sus creaciones
lexicológicas, la característica fundamental de que trata de denigrar los
preceptos y valores esenciales de las clases superiores. Pues se trata de
un vehiculo lingüístico que desafía verbalmente a la sociedad
establecida y, en esa lucha de vocablos, busca rebajar y humillar lo que la
cultura dominante considera lo más venerado y sagrado. De esa manera se produce
lo que Guiraud llama la 'denigración
de los valores', que finalmente conduce a la formación de una 'moralidad al
revés'... que invierte los valores de la sociedad rectora.... Y es innegable que no hace excepción porque,
efectivamente, contiene abundantes vocablos de mofa y burla, que apuntan
precisamente a rebajar lo que la cultura 'oficial' defiende y trata de preservar
como un anquilosamiento cultura. Diría de otra manera don Nikito Nipongo: «Es preferible ser ladrón y
hablar en caló que ser pedante y hablar en galimatías».