vocingleras de ripios neofeudalistas y ridículas paladinas del patriarcado


El placer, como a veces el canto poético, deriva de los vínculos del engaño y la manipulación, del postulado de dar y recibir satisfacción. Qué loable intención didáctica. Egoísmo y adoración como principales alimentos espirituales de una relación amorosa-sexual, casi feudal como la que le incumbe a una dama y a su séquito de vasallos. El autosacrificio de la fémina es una autodestrucción porque en la clara idolatría que suscita el mito, lo que se denomina naturaleza femenina es un producto totalmente artificial. Se ha injertado en la idiosincrasia la creencia de que la naturaleza forjó a la mujer, dotándola de dulzura, encanto y delicadeza. Y muchas poetas (y no poetas) son vocingleras de ripios neofeudalistas y ridículas paladinas del patriarcado que se han allanado a la dependencia sexual creyendo que se trata de un acto de afirmación. Abstracción cosificada y mella de confusión entre feminismo y mojigatería:

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