EL POETA QUE ARRASTRA LAS PATAS • UN DOBLEFEIS QUE NO SIRVE A DIOS PERO QUE SE SIRVE DE DIOS


Flor de chinche
ñusto corazón de la congoja
date las gracias a ti mismo
en un espejo de mierda
y bébete la escasa o nula inteligencia
de idiota al que han parido
con vehemente oligrofenia.


¡Hola, locas! ¿Cómo (se) les ha ido últimamente! No soy Santajuana de los Mataderos; soy Santajuana de los «Apancholaureleros».


Tijuana está saturada de parásitos como el que aquí se guacha; un sedicente artista excretador de poemitas absolutamente inanes. Recua de gente burda e ignorante, pretenciosa y sin tradición literaria; en su mayoría, artistillas que lastran escuetas líneas o pintan cositas sin relevancia, atendiendo más a caprichos, modas e imitaciones que a cualidades estéticas.

POETASTRO CON ARACLES DE CHUPAPIJAS

Uno de los desertores del «Charkito», el «poeta que arrastra la patas», o sea, el Juan Martínez Letras de cactus—; hizo lo mismo que Pedro cuando negó a Cristo, arrimándose chupapollescamente a la capilla de los «apancholaureleros», ya encontró ya lo que quería y buscaba; pues el batillo, presto a mamarle las aguadas y gelatinosas ubres su matrona la Aída Méndez; y después de sus aracles de chupapijas fue dado de alta sin cortapisas; y el güey se integró a la recua que madrotea y padrotean, respectivamente, la Aída Méndez, el Pancho Morales, el Luperco Castillo Udiarte y uno que otro jotito y machorrita reprimidos.

—Quién lo dijera, el vatillo acabó lengüeteando y dando coima.

Todo sea por el arte del doblez, la fanfarronería y el mastuerzo de la egolatría. Ahora, empingorotado en el quillotro tertulero, se le chorrean las gomas en favor del «Apancho y el Laurel», desplegando querencia postiza y falsa cordialidad hacia el macilento club metapoético, repleto de mamertos y mamertas paridores de versitos pachuchos. Caprichos absurdos del destino o voluntarismo tirado a la milonga. El bato es un proxeneta quintopatiero, un fulano con ínfulas de Adonis y que presume de ser un poetazo. Lo cierto es que recoge la cuota de los desperdicios en la bobería pequeñoburguesa y la doblez moral, pero eso sí, muy chidamente se despide de las ribasalseras dándoles las gracias y un besito en la baisa. Sempiterno pendejo de huevitos tibios que se justifica diciendo: "Ella me supo trabajar, me convirtió en un tipo ancho de narices, y me engolondriné con su flamante categoría de chupona, gorrona, mazcorra y trepadora".

—Bien lo decía mi agüela: los hipócritas no sirven a Dios, pero se sirven de Dios para engañar. El «poeta que arrastra la patas», encontró minuto preciso para pelar la pava.


Desguangüilada sea su literatura, y con grávidos síntomas de estupidez, engreimiento y petulancia cretina. quienquiera salir de los confines del ninguneo, como ha sido el caso de este cabroncito de chet, y subir al pedestal de alabastro o, simplemente, que lo acepten en determinada cofradía; que le concedan algún espacio para leer las pendejaditas que garrapatea o conseguir un parolazo para que le publiquen un libro, es menester, sino se tiene otra opción, recorrer caminos fecalosos. Y como siempre hay una deuda que saldar, considerando que la dignidad y la ética se han malbaratado, la mendicación requiere debutar de cobero, contagiarse de lambisconería y hasta andar oliendo las erupciones de las nalgas para encontrar cabida en los nichos y mafias tertuleras. Y, además, sin reparar en gastos, el chiripero debe estar en la mejor disposición, en grado tal, hasta de cogerse a Dios por el culo. Todo sea por el anhelo de erigirse en un personaje célebre o, por lo menos, comenzar a comer con manteca.

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