EL ENVILECIMIENTO LINGÜÍSTICO DEL METARRELATO



A los montoncitos de letras insulsas y que no sirven ni para una sopa analfabetera, algunos depistados la llaman literatura.
Y son batallones de bípedos descerebrados los que figuran como personajes de esa picaresca oligofrénica.




No bastando que el marxismo maldigerido haya hecho de la filosofía una ideología, ahora lo que ahora se pretenden sus tránsfugas es convertirla en metarrelato y teoricismo semántico, otorgándole con mucho el burdo cliché de antifilosofía; una especie de neometafísica pero sin ontologia, mediante la cual sus postulantes pretenden indagar, describir y valorar el mundo con el rasero de la hermenéutica y del discurso semiótico.
Esta «nueva reina de las ciencias» desemboca en un nominalismo pragmático que sustituye la categoría del ser por la noción de lo relativo y parapeta los problemas de la sociedad en las covachas del nihilismo y la incultura.




Hay gente que carga su vida como si llevara una fiera colgada al cuello. Pero lo más sorprendente es que no se molesta ni se acongoja con tal bestia; esa bestia mitológica, similar a una quimera, con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón y que escupía fuego por el hocico. El poeta Charles Baudelaire, en uno de sus «Pequeños poemas en prosa», dijo que una vez él vio a un grupo de hombres encorvados y que cada uno de ellos llevaba sobre su espalda un monstruoso animal, tan igual de pesado como un saco de harina o de carbón. Y esa bestia —dice Baudelaire— «no era de un peso inerte; al contrario abrazaba y oprimía a hombre con sus elásticos y poderosos músculos; se aferraba al pecho de su montura con sus dos garras. El poeta maldito señala algo curioso y desconcertante: «Ninguno de aquellos parecía irritado con la fiera suspendida de su cuello y pegada a la espalda; se hubiese dicho que la consideraban una parte integrante de sí mismos» [p. 102].




La política en manos de un ignorante es como una pistola cargada en manos de un chilpayate.

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