15 de julio de 2013

lúmpenes atados al pesebre del culturalismo estatal








Hay en el vestal oficial del ambiente culturero de estos lares norfronterizos una sobresaturación de literatos y poetastros rastreros, sumidos en el fetichismo de las apariencias, postulando crujientes tonterías y disparates. Plebeyos clasemedieros que presumen de muy refinados (son unos incultos que pretenden ser cultos sin leer) que escriben y publican pura quincalla letrera de la peor nigromancia. Por algo Platón decía en sus «Diálogos» que los poetas no pueden enseñar nada a nadie, son seres inútiles y una carga para el estado. Y aquí está confirmada tal hipótesis, pues la gran mayoría de ellos son lúmpenes atados al pesebre del culturalismo estatal, pululando una vida parasitaria, drenando en la bohemia y la francachela; aventureros, arribistas, ineptos y mediocres que andan urgidos por aupurarse algunos trozos de fama y prestigio.

«—¡Cálmate, men!, que ya no estás para esos trotes»



Procura hacer caso omiso al pensamiento libidinoso que se te regresa a la mente de utópico cochador y que te está jodiendo la memoria como un pesado flashback de imágenes que se alternan y se arrejuntan con una rapidez muy similar a los movimientos de un juego de naipes; muecas, ojos desorbitados, pantaletas, glande, humedad entre las verijas. Persistencia de ese closap del trasero redondo y carnoso que gustoso en ilusiones tentaleabas, mientras en tus sueños limabas y limabas la varilla, jadeando y jadeando sin decir palabra, extasiado y boquiabierto, con la ilusión de que esa frenética concupiscencia se hiciera de piña y rábano. «—¡Basta ya de malos pensamientos!» —te grita muy por dentro tu alter ego. «—¡Cálmate, men!, que ya no estás para esos trotes» —te autodices en tus adentros.

desempeñando faenas de tamborilero, bufón, títere o mamarracho



Tras ese umbral de espectacularidad circense es posible cercenar las partes más inalienables del arte y la cultura, haciendo posible lo que antes parecía ser imposible de concebir y que el esteta o productor de objetos literarios esté dispuesto a rebasar los límites del romanticismo, desempeñando faenas de tamborilero, bufón, títere o mamarracho. Ya lo anticipaba Proudhon, habiéndose acabado el tiempo de la idolatría de los hombres excesivos, solamente queda recurrir al publirrelacionismo y cobijarse en la propaganda mediatizadora.

aquí no se trata de saber sino de medrar

Bien lo decía Larra, que aquí no se trata de saber sino de medrar. Y desde que la flor fue mordida por el gusano, comenzó la saturación endémica de poetastros, perfomanceros y novelistas que pululan y se zangolotean en el muladar culturaloide.

Los propagandistas culturosos más rapaces y la escoria de la bohemia artistera que hay en Tijuana

Y, justamente, para disipar, superar y paliar las antinomias está el oropel ideológico. Fabulaciones como sedantes ideológicos para que el renegado social no sea capaz de matar tan siquiera a una mosca. Y en tales maniobras, hic et nunc, intervienen los propagandistas culturosos más rapaces y la escoria de la bohemia artistera que hay en Tijuana, legitimándose con mucha humildad —postiza— como representantes del populacho fronterizo. Y lo que ya no sorprende ni tiene nada de extraordinario es que sus propósitos e intereses particulares se encubren como si fueran intereses comunes de todos los miembros de la sociedad.

Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...