13 de julio de 2013

una poesía bastante pedorra

Toda la sencillez de la plegaria ya está rebasada por las circunstancias. Ya es otro el «humos» del que se alimenta la literatura de hoy (sopa y poesía dan lo mismo para calentar el alma). Los registros expresivos han variado y sus locuciones son extraídas hasta de la amnesia histórica. Por tanto, que la estética de estos tiempos apueste por las ideas y la reflexión es mucho pedir. Entre virajes y mutaciones caligráficas, la poeta privilegia las imágenes, despojando en el acto escritural el «cogito» cartesiano. Sus textos son un ejemplo palpable de la brusca decadencia en que ha caído el arte contemporáneo; percepción exasperada como producto de una neurosis creadora. Ya no se fabula ni se poetiza a partir de la realidad; esa divisa de la literatura ha perdido valor. Por eso no hay equilibrio entre sentimiento y sentido. Y así se entregan los poetas a la nueva poesía, condenados a ser unos místicos o unos nihilistas; encubiertos con la máscara de la pasión; con esa careta tan amorosa pero también fraudulenta. Y no hay mas remedio que tragar saliva y resignarse a estos estertores líricos de una poesía, cáustica y de primor rascuacho (es decir, de una «poesía bastante pedorra»); una retórica de tono menor; quisquillosa, ramplona, vulgar; una poesía que se desnuda de la pureza, de la inocencia, y que ha quedado desnuda y desvinculada del rubendariísmo.

Francisco Morales en la dote cultural de nuestras miserias locales

Y el poeta, compinchado en la rémora de las instituciones cultureras del gobierno empresarial (IMAC, CONACULTA, FONCA, ICBC, CECUT), proporc...