Los
intelectuales han dejado de ser los aristócratas del estado y han
entrado a formar parte del séquito lacayuno de la iniciativa privada y
de las corporacione mediáticas; se sustraen a cumplir con las labores de
embotamiento cerebral y demás formas morbosas de hipertrofia racional.
En el amanecer televisivo sólo hay pedacitos de una realidad
(espectáculos de barbarie y nota roja, y alguno que otro escándalo de alcoba o corrupción), el chou ya está preconcebido. ¿Cómo se quiere decir la neta acerca del engaño, la alienación, la
estupidez mental, el atrofiamiento de la conciencia, la ignorancia,
analfabetismo funcional, la manipulación ideológica, la estafa
mercantilista, sino se quiere decir nada en contra de que quienes
también los engendran? ¿No sabrán que una mente comprada es una mente
estropeada?
—Y si lo saben, qué importa; vale lo mismo la estupidez que el cinismo.
—Y si lo saben, qué importa; vale lo mismo la estupidez que el cinismo.
